Por:
Yaimer Mujica Pérez.
Hoy que
en día a través de las redes sociales nos invitan a definir cada cosa con un
color, así sean las más insignificantes, he decido que la mejor de las
tonalidades para teñir el altruismo de los donantes voluntarios de sangre es el
rojo.
Y es
que cada gota de este líquido que se decide
entregar por decisión propia, es aquella a la cual hay que recurrir cuando las
sirenas de una ambulancia anuncian las desgracias, esas en las cuales no
pensamos, pero ocurren. Decir que la sangre es sinónimo de vida está demás,
pero ello solo lo comprenden en su cabalidad, quienes extienden sus brazos para
dar un poco de sí en función de los demás.
Por
eso, cualquier homenaje a los donantes voluntarios de sangre es insipiente, aunque
necesario, como el que ocurrió en la comunidad de “El Central”, perteneciente
al Consejo Popular chambero de Máximo Gómez. Allí se reconocieron a los más destacados,
entre ellos muchos jóvenes, además de la realización de una jornada masiva de
donación que contó con el apoyo de instituciones de salud y los Comités de Defensa
de la Revolución.
Y
como en cada tarea de la gesta revolucionaria, debemos volver a Fidel una y
otra vez, porque fue él quien dijo: “No se puede medir ni en millones, ni en
dinero, lo que significa una donación de sangre.”
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