Por:
Yaimer Mujica Pérez.
Nací
en el año 1988, y claro que en aquel día del mes de septiembre, estaba allí mi
familia, pero no solo ellos; al llegar al mundo también arribaba con una marca
invisible que ha limitado mi vida, como la de millones de cubanas y
cubanos. El bloqueo económico de los Estados
Unidos a Cuba ha sido eso, una especie de calvario tropical o espada de
Damocles, que hemos tenido que soportar contra nuestra propia voluntad.
Sus
efectos siempre han estado latentes, aunque en la época de las “vacas gordas”,
cuando desde la Unión Soviética venían grandes cantidades de productos de todo
tipo, por supuesto que se sentía menos. Muchos recuerdan con nostalgia la etapa
de las latas de carne rusa, o de cuando los huevos sobraban para manifestaciones
ideológicas que después fueron reconocidas como errores.
Mi
suerte no fue mucha, porque solo viví los 2 primeros años de mi existencia, en
medio de aquel paraíso que desapareció de la noche a la mañana, y sin Arca de Noé.
Y claro que no me acuerdo de nada de
aquello; en mi memoria están los días grises del período especial, en los
cuales el bloqueo se hizo más evidente en nuestra vida cotidiana.
Cifras,
anécdotas, testimonios; son las principales pruebas que están ahí, para demostrar
el carácter genocida y criminal de esta política, adjetivos que se repiten una
y otra vez, pero que son reales. Por eso, cada año vuelve a la Organización de
las Naciones Unidas (ONU), una resolución que ejemplifica por qué luchar contra este
cerco, que sigue siendo, el principal freno al desarrollo económico que todos
esperamos, para que la vida diaria sea más sosegada.
Pero
no son pocos los que se refieren al otro “bloqueo”, el de carácter interno, y
no dejan de tener razón los que así piensan. Ellos se refieren a la burocracia
que limita a las fuerzas productivas, o la corrupción y el desvío de recursos,
e incluso, la improductividad y la indisciplina laboral, entre otras manifestaciones,
con las cuales convivimos, y de no ponerles límites, pudiesen ser tan perjudiciales,
o más, que el bloqueo norteamericano.
Es
verdad que algunos funcionarios utilizan la política de acoso financiero de los
Estados Unidos, para justificar su ineficiencia y errores; contra esto tenemos
que luchar con la misma vehemencia que vamos a la ONU, a defender nuestro
soberano derecho a ser libres e independientes.
Por
eso, siempre hay que volver a las ideas de Fidel, no como simple referencia
política, sino porque en el pensamiento de él, encontramos respuestas a no
pocas de estas problemáticas y su peligros. El 17 de noviembre de 2005, le dijo
a los jóvenes en la Universidad de la Habana: “Esta Revolución puede
autodestruirse; los que no pueden destruirla hoy son ellos; nosotros sí, nosotros
podemos destruirla y será culpa nuestra.”
Entonces,
tomemos el catalejo para mirar hacia afuera, pero también a lo interno, solo
así, haremos irreversible un proceso que ha sido difícil edificar en medio del
bloqueo.
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