Por:
Yaimer Mujica Pérez.
Imagen
tomada de Internet.
El
11 de septiembre de 2019 supimos, o confirmamos, que debíamos abrirle otro
orificio al cinturón para apretarlo un poco más. Observadores de la realidad
diaria en Cuba, ya imaginábamos que así iba a suceder en cualquier momento, y lejos
de causarnos asombro la noticia, fue revalidación de las sospechas.
En 6
décadas de altas y bajas, pareciera que ya no queda espacio en el cinto para
nuevos huecos que nos permitan adaptarnos a contextos cambiantes y difíciles.
Aunque siempre se encuentra un lugar entre una perforación y otra. Nadie puede
negar que sea complejo levantarse y no disponer de un ómnibus público para trasladarse
a otro sitio, y descartemos los motivos recreativos, sino de circunstancias indeseables
como acompañar a un familiar en un ingreso hospitalario, o un turno médico en
la capital del país.
En
este saco de afectados, entran también los trabajadores, y por transitividad,
la economía de una nación. Y allí, en medio de preocupaciones y pronósticos del
“mal tiempo” que nos azota en el mes de septiembre, nadie descarta los
apagones, una palabra que nos trae los tormentosos recuerdos de cartones en
mano abanicándonos el calor, o de alguien contándote la novela porque tuvo la
oportunidad de verla en un televisor con una batería de camión. ¿Quién nos hace
un cuento?, nosotros sí sabemos qué significa apretarnos el cinturón.
Por eso
quizás lo menos que se escucha por estos días son frases de estupefacción,
aunque sí nos inquietamos todos. La adaptabilidad al medio es un factor que influye,
pero también escuchar al mandatario de un país hablar en televisión como si
conversara contigo en la sala de tu casa, o jugando dominó en cualquier sitio o
día.
Ya
sé que nos acusan de “caneros”, animal con el que nos comparan para decir que
somos autómatas que asientan con la cabeza a todo, pero no, quien haya
conversado con un ciudadano de esta pedazo de tierra insular, sabe que si algo
sabemos los cubanos es disentir y oponernos a lo que valoramos como incorrecto,
a veces con motivo, y otras, por el solo hecho de decir no, vaya, que tenemos
fama de rosca izquierda.
En
este apretón se comprende que el hueco no se abre desde acá, sino de aquellos
que nos prometen el “Paraíso”, pero para llegar allá, debemos entender que
primero hay que pasar por el Infierno. Pero usted tranquilo, ellos son los
elegidos de crear la tormenta perfecta con sanciones, embargo o bloqueo, decida
la palabra que quiera de acuerdo a su ideología.
Con
mensajes edulcorados al mejor estilo de Disney, nos piden concebir que para el
fin de un sistema político, hay que paralizar Cuba, y en ese propósito, los buques
de petróleo son la clave. ¿Pensarían así, si la primera dama norteamericana tuviese
que montarse en un camión de 3 metros de altura para llegar temprano a su casa,
que no sé si sería blanca o de otro color?
A un
lado consignas y discursos, yo no les creo el cuento de la ayuda, no les puedo
aceptar esa idea del “bien”, cuando por el camino es mi gente la que sufre. Digan y expliquen lo que quieran, esa es la
realidad, no la que nos cuentan en un periódico o programa de televisión, sino
la que vivimos a diario. Tampoco nos tomen por manipulados o ciegos, ya no
somos aquel país que dejaron con 2 canales y transmisiones de 6 de la tarde a
12 de la noche. Con Internet, entre cielo y tierra no hay nada oculto.
No quisiera
hacerlo, pero por el momento es inevitable abrir otro hueco al cinturón, dentro
de un tiempo espero que no sea necesario, pero tampoco desecho el espacio
abierto, porque con vecinos así, nunca se sabe.
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