Por: Yaimer Mujica Pérez.
Imagen tomada de Internet.
Cuando
le avisaron que la visa era un hecho estalló en lágrimas. Irse nunca fue la
opción, más si quedarse de este lado y luchar por aquello en lo que creía sin
sospecha a la menor de las dudas. Para mi amiga, sólo el amor era el culpable
de la despedida, el llanto y la segura promesa de no olvidar.
Y yo
también fui capturado por aquel momento melodramático, maldito ese nudo en la
garganta que aparece en escasas ocasiones, pero que tal parecieran 10 manos
estrangulándote. De fondo aparecieron Israel y Yoel de Buena Fe, interpretando
“Cada País”, un tema que era sal en la herida, tal vez por aquel sentido
masoquista de los jóvenes universitarios de auto flagelarse con dolor.
Todo
esto, estoy seguro, fue antes del momento del deshielo, ese mediático 17 de
diciembre cuando Obama y Raúl anunciaron que algo podría comenzar a cambiar.
Hoy mi amiga no es la misma que se paralizó con la noticia de irse, ya no ve de
este lado del mar nada positivo que le haga soñar. Llama dictadores a quienes
antes nombraba como líderes e inigualables. La vida es así, las distancias con
las personas no son solo físicas, se convierten en algo mucho más doloroso.
Esta
realidad puede ser la de muchos, porque la migración, es una marca que
llevaremos toda la vida.
Mi
amiga adora a Trump, el “protector”, o el “Magnífico” en su versión
reguetonera. ¿Podemos cambiar de pensar de la noche a la mañana o será cierto
aquello de la “Coca Cola del olvido”? La respuesta la encuentro en Xiomara, la
profesora de Filosofía que me enseñó el viejo axioma que todos sabemos como la
primera estrofa del Himno: “el hombre (y yo agrego que la mujer también),
piensa como vive.
Por
eso no me extraña leer en Facebook, ese solar cibernético de nuestros tiempos,
que algunos de los que un día hicieron sus maletas pidan a nuestros verdugos
sancionadores del Norte, que aprieten más la cuerda, ese es el camino, solo un
pueblo hastiado se lanzará a las calles. Pasar mi vista por esas palabras me
causa dolor, y no por mí, sino por ellos. La calidad humana, sea socialista,
capitalista o extraterrestre, está por encima de cualquier diferencia
ideológica.
Mi
aporte teórico me gusta más, al menos por la praxis que encierra. Lo he
definido como la tesis de la Yutong. ¿De qué va? Les explico: estamos en una
parada esperando un ómnibus, allí todos nos solidarizamos en medio de la espera
y la inquietud. A lo lejos se aproxima una guagua marca Yutong, y sólo pide 10
personas, quienes suben se acomodan en sus asientos, con aire acondicionado
incluido, y miran a los que quedan con cierto sentimiento de superioridad,
olvidando que hacía solo minutos eran camaradas en la misma batalla.
Solo
con esta teoría pudiese explicar ese muro espiritual que se ha levantado, entre
mi amiga y yo.
Cual es el dolor.?no estabas entre de los diez que pudieron montar en la guagua? Pero te puedo decir algo eso existe despues de esa Hermosa re volucion .y mas en uds los jovenes es un gene que se ha mutado,pues aquellos que uvimos la vision de mirar la revolucion de otro angulo eramos mirado como una peste fuimos olvidados por familiares amigos etc..marginados..esos jovenes y no tan jovenes tiene esa enfermedad no solo se olvidan de los que quedaron alla , se olvidan de la mano que se extendio cuando llegaron a este pais..muy bonito tu escrito..Recuerda esto somos CUBANOS..
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